martes, 14 de noviembre de 2017

¿Adictos al Sexo?

¿Adictos al Sexo?

rincon costeño JD

La secuencia es la siguiente; de un famoso trasciende que está haciendo un uso cuestionable de su sexualidad, el escándalo público salta y el famoso se declara adicto al sexo, pasando un rato de penitencia en un centro especializado para tratarlo de su “enfermedad”. El asunto queda, según ese uso, más o menos resuelto en un breve plazo de tiempo a poco que la opinión pública reconvierta su veredicto de “picha brava” a “enfermo”. El hecho que inicia la secuencia y que tildábamos de “cuestionable”, puede ser variado y no tener nada en común entre uno y otro: desde una serie de sonoras infidelidades a uno o varios delitos (acosos, chantajes, violaciones, etcétera).

EE.UU. es la cuna de esta nueva pandemia de adictos al sexo y de sus consecuentes e ingentes números de profesionales y centros especializados para la “curación” que, en muchos casos, no pasan de ser una especie de “spa” de altísimo standing muy “chic” y con tratamientos variados de lo más “cool”.

Ese es posiblemente el único eximente (ese y el poder pagarse abogados privados que ganen casos). Así, el paso de la “hipersexualidad” a la adicción al sexo está puesto en bandeja. Pero si la “hipersexualidad” (término, por cierto, más que discutible en sentido estricto) la podemos entender desde la sexología como una conducta que refleja ciertos rasgos de personalidad y que, en todo caso, debería conllevar cierta habilidad ética para ponerse en acto, la adicción es algo que inhabilita a quien la padece.

Detrás de esos casos, hay un narcisista adicto a él mismo

Detrás de eso célebres casos siempre hay un sociópata que no es adicto al sexo sino a él mismo, a demostrarse a él mismo continuamente y sin descanso que es el “fucking master” del universo, que su poder no se coarta con la burdas sanciones legales o restricciones éticas y morales con las que nos someten a los mortales, sino que a él, sobre el que orbita el mundo entero, solo lo puede dirigir su propio capricho…. y eso no solo tiene que creérselo sino que tiene que demostrarlo. Todos y cada uno de los días de su miserable existencia.

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